una vez más

Hace unos días, me sentí hundida en el suelo, cuando al salir con un amigo, con el que hacía un par de días, se decía que andábamos quedando, cometió la estupidez de invitarme al antro y una vez ahí, abandonarme en la mesa y dedicarse a estar con todos menos conmigo. Me dolió tanto que, sentía que me volvía diabética en ese momento, que el vaso se me iba a caer de coraje, de tristeza, me serví un trago más para poder soportar y a la vez, dizque pensar en que hacer en momentos como ese. Tomé mis cosas y al ver que me iba, esta persona se acercó a mi con la desfachatez de preguntarme que hacía, y después de un buen drama no me fui pero mi estancia ahí la primera vez en la que desee no estar más al lado de él. Y, es que, mientras salimos, su máscara era demasiado buena, pero ese día, por fin, la tiró. Y al decir la tiró me refiero que, como ya se imaginarán, le valió que me diera cuenta lo lejos que estaba para poderme dar lo que cualquier persona merece, respeto. Después de ese día, me di cuenta que no valía la pena esperar algo de alguien que no tiene nada que darme.